El propósito de Dios para el matrimonio va mucho más allá de simplemente tener un compañero de vida. Es un llamado a reflejar el amor de Cristo en nuestra relación, a crecer en santidad y a aprender a amar con sacrificio, paciencia y fidelidad. El verdadero amor no se mide solo en sentimientos, sino en la entrega diaria, en la renuncia al egoísmo y en la decisión constante de buscar el bien del otro. Un matrimonio conforme al corazón de Dios no solo nos hace felices, sino también más santos, formando en nosotros el carácter de Cristo y enseñándonos a amar como Él nos ha amado.
La Palabra nos recuerda: "El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad, sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta." (1 Corintios 13, 4-7)
Te invito a ver el video "Los síntomas del amor", donde reflexionamos juntos sobre cómo amar según el corazón de Dios. ¡No te lo pierdas!
Hermano Juan Pablo Mata, nos comparte: