¡Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad! Hoy proclamamos con júbilo: ¡Cristo ha nacido! Así como los ángeles cantaron aquella santa noche en Belén, la humanidad entera tiene motivos para regocijarse.
El Hijo de Dios, en su infinita humildad y amor por nosotros, se ha encarnado, tomando la forma de un Niño indefenso, nacido de la Virgen María. Este momento cambia la historia del mundo, pues Dios se hace hombre para salvarnos.
Imitemos la alegría de los pastores, la fe de los magos, y la ternura de María y José al recibir a nuestro Salvador. Acerquémonos a su cuna con corazones llenos de gratitud y adoración. ¡Es el día que el Señor ha hecho; gocémonos y alegrémonos en él!
Hermano Juan Pablo Mata, nos comparte: