Septiembre es el mes de la Biblia dentro de la Iglesia Católica porque cada 30 de septiembre se celebra el día de San Jerónimo.

San Jerónimo fue un sacerdote muy educado, incluso para los estándares de la época, que nació a mediados del siglo IV en el año 352 y murió en el año 420.

Es conocido particularmente por su labor epistolaria, pero aún más por su traducción de la Biblia que sirvió como punto de referencia para toda la Iglesia Católica durante muchos siglos. Es la Biblia que conocemos como la Vulgata.

San Jerónimo es un punto de referencia sobre lo que significa conocer, amar e interpretar la Biblia. La Biblia, le sirvió al santo como texto esencial de oración y también como texto de estudio, ya que escribió abundantes comentarios bíblicos. Fue además fuente de predicación y como ya hemos dicho, como un camino de traducción.

San Jerónimo tenía el latín como lengua materna, conocía muy bien el griego y aprendió a profundizar la lengua hebrea. Podemos decir que la Biblia rodeó y penetró la vida de San Jerónimo y no es exagerado decir que él vivió para la Palabra de Dios.


Importancia que los católicos leamos la Biblia. 

Hoy existe siempre la tentación de seguir un Jesús imaginado o parcializado, el Jesús que quisiéramos que tal vez aprobara nuestra forma de vivir o incluso nuestros pecados, a esos extremos se llega.

El contacto frecuente con la palabra de Dios, con el conjunto de la escritura evita esa tentación. Es decir, pone delante de nuestros ojos al Jesucristo real, no el Jesucristo que yo quisiera que existiera para que aprobara mi forma de vida o lo que yo hago.