Al elevar nuestra pobre mirada en el Misterio de la Asunción de María Santísima, alabamos al Padre por su inmensa bondad y fidelidad. Dios en su infinito amor, por los méritos de su Hijo Jesucristo ha asociado a Nuestra Madre al Misterio de la Resurrección.

Cuando contemplamos el misterios, proclamamos con toda la Iglesia, que María, ha sido ASUNTA AL CIELO EN CUERPO Y ALMA; este punto es interesante no solo para nuestra devoción, sino principalmente para nuestra fe: puesto que proclamamos su elevación al Cielo, es decir que participa de la gloria del Padre en Cristo por el Espíritu Santo. Dicha gloria no compete únicamente a la dimensión espiritual de la Virgen María, sino que envuelve también su corporeidad; por lo que, concluimos: el Misterio de la Asunción, envuelve toda la persona y el ser de Nuestra Madre, en su integridad.