Cada 24 de agosto la Iglesia Católica celebra a San Bartolomé, uno de los doce apóstoles de Cristo.
Después de la ascensión del Señor y la venida del Espíritu Santo en Pentecostés, Bartolomé se enrumbó, como la mayoría de apóstoles, hacia tierras lejanas. Igual que ellos, llevaba en el corazón el ferviente deseo de anunciar a Cristo a las naciones.
De acuerdo a una antiquísima tradición, Bartolomé se enrumbó hacia la India y luego a Armenia, donde recibió la corona del martirio.
San Bartolomé tiene múltiples "patronazgos", todos relacionados a la manera como murió: es patrono de los carniceros, fabricantes de libros, guantes, pieles, zapateros, sastres, mercaderes de queso, viñadores, albañiles y otros.
También se pide su intercesión en las situaciones límite o para controlar los desórdenes nerviosos y ataques de pánico, en virtud del temple extraordinario que mostró al morir.