Cuando cualquier cosa, por muy buena que sea, toma posesión de nuestra vida y logra que sigamos otras cosas que no sean el Señor debemos darnos cuenta que esto ha llegado a ser nuestro mundo. De modo que la pregunta que debemos hacernos no es: “¿Es esto bueno o malo?”. La pregunta es: “¿Estas cosas estorban mi relación con el Señor?”. No importa qué sea, si es algo que nos impide vivir para Dios y Su propósito, es el mundo.