No abandonemos a nuestros abuelos, no los arrumemos como objetos viejos. Es cierto que hay muchas casas de retiro con excelentes servicios, también es cierto que por circunstancias de la vida que tal vez se nos salen de las manos, esta es la única opción que tenemos, dejarlos allí. Pero que el cambio de lugar no se convierta jamás en motivo de olvido. Qué no pasen los días, las semanas, los meses o los años, sin las visitas y las llamadas. Qué no nos sorprenda la vida con la amarga noticia de que ya no hay nada, de que la muerte sí quiso visitar a nuestros padres o abuelos, que a ella si le alcanzó el tiempo para llevárselos.