Señor Jesús, creemos que estás vivo y resucitado. Creemos que estás realmente presente en el Santísimo Sacramento del altar y en cada uno de nosotros.
Te alabamos y te adoramos, por venir hasta nosotros como pan vivo bajado del cielo.
Tú eres la plenitud de la vida. Tú eres la resurrección y la vida.
Tú eres, Señor, la salud de los enfermos.
Hoy queremos presentarte a todos los enfermos, porque para Ti no hay distancia ni en el tiempo ni en el espacio.
Tú eres el eterno presente y Tú los conoces. Ahora, Señor, te pedimos que tengas compasión de ellos, para que todos reconozcan que Tú estás vivo en tu Iglesia hoy; y que se renueve su fe y su confianza en Ti; te lo suplicamos, Jesús.
Ten compasión de los que sufren en su cuerpo, de los que sufren en su corazón y de los que sufren en su alma que están orando y oyendo los testimonios de lo que Tú estás haciendo por tu Espíritu renovador en el mundo entero.
Ten compasión de ellos, Señor. Desde ahora te lo pedimos.
Bendícelos a todos y haz que muchos vuelvan a encontrar la salud, que su fe crezca y se vayan abriendo a las maravillas de tu amor, para que también ellos sean testigos de tu poder y de tu compasión.
Gracias por los enfermos que Tú estás sanando ahora, que Tú estás visitando con tu misericordia. Gracias, Jesús, por lo que Tú vas a hacer.
Lo depositamos en tus manos desde hoy y te pedimos que lo sumerjas en tus santas llagas. Que lo cubras con tu sangre divina, y que a través de este mensaje tu corazón de Buen Pastor hable a los corazones de tantos enfermos que van a leerlo.
¡Gloria y alabanza a Ti, Señor!