Para tener más éxito en resistir la tentación se necesita establecer una base sólida. Hay mucho trabajo por hacer como el cultivo en la virtud, la realización de las purificaciones activas y las mortificaciones, la profundización de nuestra vida de oración y la relación con Dios, aprender a evitar las ocasiones de pecado comunes, enraizar nuestros pensamientos menos en el mundo y más en lo que Dios quiere para nosotros.