Cada año el 30 de junio se recuerda la memoria de este humilde sacerdote guatemalteco, párroco del pueblo de San José Pinula y aledaños, que en el ejercicio de su misión pastoral fue vilmente asesinado en 1978. No había cumplido los 50 años de edad. 

 “¡Mataron al Padre..! Mataron al Padre..!” 

Era la voz que corría de boca en boca entre los habitantes del pueblo y las aldeas de San José Pinula, Fraijanes, Palencia, Santa Catarina Pinula, y por supuesto, una noticia que inmediatamente corrió toda la República como un hecho espantoso, que todos se resistían a creer pero tenían que rendirse a la evidencia. Cerca de Los Cerritos, en las inmediaciones de la Aldea San Luis, a cuatro kilómetros de San José Pinula en la carretera que conduce a Palencia, en la mañana de ese día 30, unos  individuos esperaban al Padre Hermógenes,  cuando regresaba de visitar a dos enfermos de su parroquia.  

Las circunstancias de ese momento están todavía poco esclarecidas. Los asesinos, buscaron el mecanismo de hacerle el alto al sacerdote que se conducía solo en un vehículo pik-up rojo, e inmediatamente descargaron sobre su pecho varios disparos de escopeta, cuyas balas hirieron mortalmente al sacerdote. Por si esto fuera poco, todavía, y a sangre fría, uno de ellos le dio el tiro de gracia. 


Al llegar a San José Pinula, el 28 de noviembre de 1966, para ser por primera vez párroco, quiso ser el amigo de todos sin excepción. Sin embargo, pronto se dio cuenta que la realidad era dura para la gente, y que su misión pastoral tenía también que abarcar la preocupación por las necesidades de la gente más sencilla. El ambiente de entonces facilitaba la comprensión de la realidad, y su inteligencia de pastor y profeta, pronto le permitieron conocer dónde estaban las causas de la pobreza, realidad que Dios no quería, y que en buena parte era producto de situaciones de injusticia creadas por los mismos seres humanos.



De esto dan cuenta sus escritos tan copiosos, su Diario, publicado en junio de 2003, los cuadernos donde anotaba sus visitas a los enfermos, el buen número de cartas a autoridades eclesiásticas y públicas. También formaba parte del equipo de redacción de un pequeño periódico de San José Pinula, llamado VOCERO QUINCENAL. 


Por su compromiso pastoral fue reiteradamente amenazado de muerte. 

Llegaron a la puerta de su misma casa para advertirle con descaro, que no estaban de acuerdo con su proceder. Decidió entonces el Padre Hermógenes viajar siempre solo en su vehículo, para que nadie más fuera a ser víctima en caso de que atentaran contra su vida. Los prudentes le aconsejaron cambiar de parroquia. El buen párroco no pidió no solicitó al Arzobispo esta posibilidad, sino que siguió su misión pastoral en San José Pinula. Solía repetir: "Si mi misión es dar la vida, así lo haré. Pero nunca me echaré atrás en la causa que estoy defendiendo"  .