¿Quién no necesita de un amigo con quien caminar a lo largo de la vida?  ¿Quién no necesita de una persona que nos escuche y acoja con el mayor aprecio, alguien con quien compartir la alegría fraterna de la amistad, y siempre dispuesta para ayudarnos en los momentos difíciles?  El mejor de estos amigos es Jesús, nuestro Reconciliador, a quien podemos recibir en el Sacramento de la Eucaristía, y a quien también podemos visitar, acompañándolo ante el Sagrario, en el silencio de una capilla o de una iglesia.









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