Juliana de Mont Cornillon fue una monja nacida en el siglo XIII en Mont Cornillon, cerca de Lieja, en lo que hoy es Bélgica. Juliana es conocida principalmente por su papel en la promoción de la festividad del Corpus Christi.

Desde muy joven, Juliana tuvo una devoción profunda hacia la Eucaristía y experimentó visiones en las que se le revelaba la falta de una festividad específica en honor al cuerpo y la sangre de Jesucristo. Según su relato, en una de estas visiones, vio la luna llena con una mancha oscura, que interpretó como una indicación de la ausencia de una festividad litúrgica para venerar el sacramento de la Eucaristía.

Juliana compartió sus visiones con varios teólogos y eclesiásticos, entre ellos el canónigo Juan de Lausana, quien se convirtió en su principal defensor. A través de sus esfuerzos y la promoción de la devoción eucarística, se logró establecer la festividad de Corpus Christi.

En 1246, el obispo Roberto de Thorete instituyó la celebración del Corpus Christi en la diócesis de Lieja. Posteriormente, la festividad se extendió por otras diócesis y fue reconocida y promovida por el Papa Urbano IV en 1264, mediante la bula papal "Transiturus de hoc mundo". Esta bula estableció la celebración del Corpus Christi como una fiesta universal para toda la Iglesia católica.

Juliana de Mont Cornillon falleció alrededor del año 1258. Aunque no fue formalmente canonizada, se le considera una figura importante en la historia de la Iglesia y su contribución en la promoción de la devoción eucarística y la institución de la festividad del Corpus Christi.