Todos los jueves, desde primera hora de la mañana, se forma una larga fila de personas frente a la catedral greco-católica de San Nicolás, en Kharkiv. Aquí, la Cáritas local distribuye ayuda humanitaria a las numerosas personas – jóvenes, adultos, niños y ancianos – que siguen viviendo en su ciudad natal a pesar de los constantes bombardeos.
Entre ellos también se encuentran los que se habían marchado a las regiones occidentales de Ucrania, o al extranjero, al comienzo de la guerra, pero que ya regresaron después de que el ejército ruso fuera rechazado más al este.
En el patio de la catedral, aún en construcción, el obispo Vasyl Tuchapets, exarca de Kharkiv de la Iglesia greco-católica ucraniana, camina entre la gente.
Las personas lo paran para agradecerle la ayuda y para desearle un feliz cumpleaños, puesto que acaba de cumplir 55 años. También él ha permanecido en Kharkiv desde el comienzo de la guerra, a pesar de que no es su ciudad natal: proviene del lado opuesto del país, de la región de Leópolis. Y permanece con su rebaño, a pesar de que es relativamente pequeño: unas veinte parroquias repartidas por el territorio de las tres regiones (oblasts) – Kharkiv, Symy y Poltava – con veinticinco sacerdotes, tres comunidades religiosas femeninas (ocho religiosas en total) y una masculina (con tres sacerdotes y un fraile).
Manos a la obra en Ucrania desde el inicio de la Guerra.
Para empezar en la ayuda concreta, con un millón de euros que ha destinado a Ucrania la organización Ayuda a la Iglesia Necesitada. Cuentan con más de 8.000 sacerdotes y religiosos sobre el terreno. Gracias a ellos se puede prestar especial atención a residencias de ancianos, huérfanos de guerra y comedores sociales.
Caritas Internationalis ha puesto su red internacional al servicio de Ucrania. En realidad llevan ya trabajando en el país eslavo desde hace siete años, cuando comenzó el conflicto independentista en las regiones del Este del país. Según esta organización, además de los 14.000 fallecidos, hay más de un millón y medio de personas que han debido abandonar su hogar debido a la violencia en la zona.