No podemos negar que todas las heridas duelen y muchas de esas heridas afectan grandemente nuestra vida ¿Quién nos puede quitar el dolor cuando lo que nos duele no es una parte del cuerpo sino de nuestra alma?
La respuesta a esa pregunta es: DIOS PUEDE SANAR LAS HERIDAS Y EL DOLOR DE NUESTRO CORAZÓN.